Ahora acabados nos sentamos las noches y hacemos las cuentas
y siempre salimos perdiendo
(aunque aún no sepamos dónde debería estar la ganancia)
y sin embargo hallamos los golpes parciales
sobre todo eso: interminable en nosotros
la última herida.
Los perdidos (Fragmento) – Thanasis Kostavaras
La carne, el pelo y las uñas -también los trapos viejos- son el resumen, la crónica anticipada de todos nuestros desastres.
Nosotros, accidente sin remedio, vinimos a este mundo a traficar con la miseria…
Eso a lo que llamas “cuerpo” no es más que una derrota que ya traías marcada en la frente desde el nacimiento.
Te irán a sepultar un domingo por la tarde. Los que te conocieron y nunca te amaron. Y también la indiferencia infantil de los pájaros.
Dejarás tus hijos al cuidado del tiempo. Y a ellos -al cabo de los días- también les va a valer madres tu recuerdo.
TAL VEZ QUIERAS LEER: Antony Gormley – Cuerpo vacío, espacio y forma
Les crecerán escombros y hormigas en los ojos con el paso de los años.
Al cabo de la muerte repetirán la misma historia: las mismas gentes con otros rostros irán a sepultarlos un domingo por la tarde…
¡Qué día más cabrón escogiste para morir!
Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nado y estar en todas partes en secreto
Algo sobre la muerte del Mayor Sabines XII (Fragmento) – Jaime Sabines
Esa miseria a la que llamas “cuerpo” no es más que el círculo vicioso de la muerte. Monumento itinerante que se repite diariamente en las canecas de las peluquerías.
Las alcantarillas y los desagües llevan nuestro nombre mejor que las iglesias.
Porque a todas partes llevamos a cuestas el desastre…
PODRÍA INTERESARTE: «Inside» (de Mattis Dovier) – Desgarradura y disolución
Sarah Sitkin, artista y escultora radicada en Los Ángeles, relata con crudeza la grieta fundamental que nos compone. La perturbadora visión del «rigor mortis» exaltada hasta el punto de lo siniestro.
Como en una pesadilla sus cuerpos se deshacen, se agrietan y se parten hasta una multiplicidad aberrante.
No hay un solo rostro que no sea otro rostro.
En su obra no hay una mano -un ojo- Los hay en todas partes. Repitiéndose, reproduciéndose como un virus.
Tal vez lo más importante en la obra de Sarah Sitkin sea su relación con el cuerpo como verdugo final del deseo.
Porque allí donde crece la vida se multiplica también (en secreto) toda la muerte…
Porque a veces en los malos sueños los cuerpos andan descubiertos. Y uno recoge sus propias entrañas en un balde de cristal para llevarlas a enterrar al cementerio.
TE RECOMENDAMOS: Santiago Caruso – Lo siniestro
Porque no es la muerte. ¡Es el cuerpo!
El cuerpo hecho cáncer y pelos. El cuerpo-dolor de muelas y pulmones negros. El cuerpo-metástasis extirpándose a sí mismo en silencio.
Somos el cuerpo-herida que paseamos sin saberlo. El cuerpo-anarquía que nos mina desde adentro…
Las esculturas de Sarah Sitkin nos revelan precisamente ese otro-cuerpo del que no sabemos nada. El cuerpo-enemigo, el cuerpo-equizo al margen de nosotros mismos.
#creemosenelasombro
¡Comparte el asombro!
¿Te gustó?
Puedes ver más del trabajo de Sarah Sitkin en su Instagram
TEXTO: @Un_Tal_Cioran
NOTA: “Bifrontal Editores” no es dueña de las imágenes aquí mostradas. Éstas sólo se usan con fines informativos para nuestra revista digital (revistabifrontal.com). Los créditos respectivos son debidamente anotados con el nombre del autor o autores, propietarios de todos los derechos.
Ruperto FERNANDEZ BONINA
TODO EL ABRAZO DEL ASOMBRO Y LA AUSENCIA DE LA MIRADA
Revista Bifrontal
¡Muchas gracias por tu comentario Ruperto! Un abrazo.
Pronto volveremos para seguir compartiendo el asombro.