“Mujer” es un cuerpo hecho más de significantes que de significados. Todo en ella es un signo que remite a otro signo. Y al deseo de un signo. Y a la imposibilidad de llenar completamente un signo.
Tal vez «Mujer» no es un género sino una especie.
Todo pasa en el cuerpo. Dentro del cuerpo. A través del cuerpo. Sobre el cuerpo…
«Mujer» es el signo de un cuerpo que acontece y sucede también en la memoria de un rostro, y lo que un rostro dice.
En las manos que obsequian y que se rebelan. Que cuidan y que crean.
LUCY JANE PURRINGTON
«Prefiero que las imágenes hablen por sí mismas. Asisto a la universidad para estudiar artes fotográficas. La mayor parte de mi tiempo estoy ocupada haciendo cursos o en el cuarto oscuro (¡sí, todavía existen!) así que me queda muy poco tiempo para disparar tomas en este momento. Tristemente».
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«Mujer» es un cuerpo hecho más de significantes que de significados.
Todo en ella es un signo que remite a otro signo.
Y al deseo de un signo.
Y a la imposibilidad de llenar completamente un signo.
Mujer es cuerpo, y en su cuerpo no subsiste lo disyuntivo.
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VICTORIA SIEMER
También conocida como «Witchoria», es diseñadora gráfica radicada en Brooklyn, Nueva York. Trabaja principalmente en el ámbito digital y la creación de manipulación de fotos surrealistas que reflejan su inclinación por el tedio, las crisis existenciales, y la angustia. Su trabajo ha aparecido en una variedad de publicaciones digitales, incluyendo Wired, Juxtapoz, Huffington Post, Cosmopolitan y Business Insider.
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No hay pasado que no sea también un presente dividido en múltiples direcciones.
Y son todas y ninguna. Al mismo tiempo. Desde todos los sentidos.
«Mujer» es el cuerpo de un interrogante. La insistencia de un lenguaje -una fantasmagoria, que domina con maestría- y un signo de algo que se ve, se huele, se toca, se besa, se odia, se ama, se destruye, se reconstruye. Crece en las inmediaciones. Desde el borde del abismo.
No es «La mirada de la mujer» sino, «Lo mirado de la mujer».
Lo que ella registra en su cuerpo.
Lo que marca en la memoria de su piel. Y sus huesos.
El pelo, las uñas y los intestinos.
La mujer ve también con las manos. Y es capaz de escuchar allí donde un hombre sólo puede ver con sus ojos -los muy ciegos-.
En el hombre todo es ridículo… Si existe A, considera entonces que B es imposible.
El hombre es una marca, un territorio, un catálogo distribuido bajo una lógica simplista. Perversa como un niño…
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LAURA WILLIAMS
«Un día volví de la universidad y tenía alrededor de 2.000 visitas. ¡No lo podía creer! Pero luego el número se mantuvo y siguió subiendo desde entonces. Se siente muy raro. Desde esa foto todo se volvió muy extraño. He tenido muchas más visitas frente al resto de mi trabajo, lo cual es muy agradable».
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Muy propio de los hombres decir «Mujer» y hablar al mismo tiempo de «lo platónico…»
Como si sólo fuera una habitante de la altura. Un simulacro de la idea…
«Mujer» es cuerpo donde se desdobla la verticalidad insípida del arriba y el abajo.
Rizoma. Nómada que conoce las alturas, los ríos subterráneos y las estepas.
En ella no hay arriba que no sea también un abajo. Ni derecha que no incluya también una profunda y abismal izquierda…
DARIA ENDRESEN
«Soy un pez muerto en un mar de cianuro. Me gustan los chicos que parecen chicas y las chicas que parecen alienígenas. No soy nada especial».
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No hay direcciones en su cuerpo, salvo las que el hombre -en su mísera miopía- le ha «impuesto», como un regalo que nadie quiere.
En sí -por sí misma- todo son agenciamientos de su propio deseo. Hacia todos los encuentros, desde todas las pasiones.
No es «ser mujer», sino un puro devenir en el hallazgo -el asombro-. La inquietud de todos los afectos, atravesando y siendo atravesados.
«Mujer» no es síntoma.
Síntoma -ridículo por cierto- es la idea, el concepto sin fundamento que el hombre tiene de la mujer.
El síntoma es el «nombre del padre» -como símbolo-… No la madre, ni la hermana, ni mucho menos la hija.
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ELENA HELFRECHT
Estudiante de «Historia del Arte» en Alemania. Sus fotografías y habilidad para la edición son completamente autodidactas. Como ella misma dice «Siempre hay grandes sombras allí donde brilla la luz»
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Síntoma es la obsesión de catalogar. El poder de encerrar. El deseo de agenciar -como un sacerdote- el deseo ajeno.
«Mujer» no es síntoma, ni pecado, ni lujuria, ni brujería.
No es «ser mujer», sino un puro devenir…
Desde la tierra. En la espina dorsal del universo.
#creemosenelasombro
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