En este punto ya no cuenta ninguna «incertidumbre intelectual»: ahora sabemos que no se nos quiere presentar el producto de la fantasía de un loco, tras el cual, desde nuestra superioridad racionalista, pudiéramos discernir el estado de cosas positivo; y sin embargo. . . Ese esclarecimiento en nada ha reducido la impresión de lo ominoso.
Es lo que vuelve lo que me preocupa…
Lo que regresa cuando no se le está esperando.
Lo que irrumpe sin ser invitado.
La angustia primitiva que viene -de algún modo- a jugar un rato con la poca sensatez que nos queda. Y lo que queda de nosotros es entonces el pobre espanto sin nombre. El ojo siniestro que nos observa sutilmente desde los rincones más oscuros de la memoria. Allá donde no queremos ir.
Volvemos siempre -ya de noche- a contemplar con horror el abismo en el que se ha convertido un pasado que no se calla.
Una sombra que rechina, que cruje los huesos, que tiene todos los rostros y ninguno.
Recuerdo -si- cargar un recipiente de cristal con las entrañas aún tibias de mi padre.
Tenía que llevarlas a enterrar, calle arriba, en el cementerio de mi pueblo.
O regalárselas a quien las quisiera; a cualquiera que las necesitara para algún familiar en estado terminal.
Fue una pesadilla espantosa…
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Pero es eso precisamente lo que vuelve; y ante lo cual no queda remedio sino espanto. El horror mudo de quien no puede nada contra los fantasmas de su pasado.
Lo siniestro, que no tiene nombre sino muecas de angustia. Lo que no tiene nombre sino gritos que nadie escucha…
No se puede obligar a una obra a decir lo que nunca ha dicho. Pero no se puede negar, sin embargo, que hay algo familiar -algo a lo que sin embargo queda muy difícil darle un nombre- en las maravillosas piezas de horror concebidas por el artista argentino Santiago Caruso.
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Volvemos siempre -ya de noche- a contemplar con horror el abismo en el que se ha convertido un pasado que no se calla.
Volvemos siempre -ya de noche- a contemplar con horror el abismo en el que se ha convertido un pasado que no se calla.
Lo que habita en ellas es el espanto. Lo que se reprime sin éxito porque no termina nunca de regresar. De modularnos desde nuestras más oscuras pesadillas su propio nombre, oscuro e indescifrable.
Santiago Caruso nos regala obras de un asombro y un horror absoluto. Cercanas -de algún modo- al trabajo de Francis Bacon, Giger y el propio Fuseli, sin caer en la repetición ni el cliché, toca las fibras de un horror que cargamos con nosotros, que llevaremos siempre en nuestros ojos hasta que venga por fin la Parca a cerrarlos definitivamente…
Lo innombrable. Lo siniestro. Lo ominoso. Eso que alguna vez el mismo Freud intentó descifrar…
Y es precisamente lo que vuelve. Lo que de día, a la luz de la razón, rechazamos por ponernos demasiado cerca del abismo incontrolable de la psicosis. De la locura. De lo azaroso e impredecible. La anarquía de un horror al que nuestra conciencia ha puesto a dormir en los desvanes, en los sótanos más oscuros de nuestro ser…
Y es eso lo que no deja de hacer un ruidito molesto, incómodo. Un murmullo sordo que, ya en las noches, vuelve a nosotros como un mar furioso a reclamar nuestra cordura.
La obra de Santiago Caruso es hermosa porque viene a darle nombre a nuestra cobardía…
Al triste miedo que nos hace esclavos de lo que ocultamos.
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Lo que habita en ellas es el espanto. Lo que se reprime sin éxito porque no termina nunca de regresar. De modularnos desde nuestras más oscuras pesadillas su propio nombre, oscuro e indescifrable.
Lo que habita en ellas es el espanto. Lo que se reprime sin éxito porque no termina nunca de regresar. De modularnos desde nuestras más oscuras pesadillas su propio nombre, oscuro e indescifrable.
De aquellos secretos inconfesables que, a fuerza de mantenerse ocultos, han venido a desbordarse hasta las límites de una angustia incomprensible.
Si, nuestros fantasmas seguirán ahí, aullándonos sin pausa ni prisa hasta que algún día logremos -por fin- mirarlos a los ojos…
#creemosenelasombro
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Visita el sitio web de Santiago Caruso para conocer más de su obra Aquí
Autor: @Un_Tal_Cioran
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Fernando Isassi
Caruso es un grande!
Revista Bifrontal
¡Tienes razón Fernnando! Caruso es un gran artista. Gracias por tu comentario.
Caro Villada
Genial!