Lo que sé de la muerte me lo ha enseñado el miedo. La ignorancia y la estupidez de un simio siniestro apuñalándome (disparándome incluso) por robarme tres pesos.
Lo he pensado muchas veces, y he sentido miedo.
Un accidente espantoso.
He soñado (despierto) los vidrios y los curiosos; he imaginado también la cara de horror infinito de mi madre. La incredulidad psicótica del que es incapaz de aceptar el golpe de lo real.
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He visto también el último rostro mirándome con angustia; y a ese rostro le he dicho, desesperado hasta el paroxismo, “No quiero morir”.
Cada noche pienso en la muerte. El desierto angustioso de las sábanas, la oscuridad, y la certeza irremediable de que todos los días me alejo más de la vida, y que cada minuto es un final posible, descaradamente prosaico, sin recuerdos de nada, lleno de espanto.
A veces me veo solo en la cama de un hospital de pueblo. Dejado de todo lo que alguna vez quise; o aplastado contra el suelo porque tal vez no aguanté más y decidí tomar las cosas por mi cuenta.
El disparo en la sien, las venas partidas.
Todo lo que sé de mi me lleva a la muerte, porque no sé vivir de otro modo. Y no es bueno…
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Guardo la certeza de que no habrá nada después de morir. No hay nada esperando por mi detrás de esa puerta. A nadie le importará que muera.
Ese momento en el que sólo sea un nombre más. Una conversación familiar en la sala, un domingo por la noche cuando mis tías se reúnan a hablar de cualquier cosa y, por casualidad, recuerden a los muertos que alguna vez quisieron y ahora se niegan a morir de olvido (ya por última vez).
Cuando hayan sacado mis restos de la tierra, o cuando nadie visite ya mi sepultura.
La perspectiva de la muerte no es nada saludable.
Yo, que vivo el terror constante… Yo lo puedo decir.
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No creo en esos que dicen que no le tienen miedo. Tal vez no lo han pensado lo suficiente; porque a eso sí que le temen. Darle un vistazo a la muerte: El ego deshecho cuando todavía crecen las uñas, el pelo y los intestinos.
Lo aterrador de la muerte es el no-ser definitivo. La paz interior que nadie puede contemplar, porque sin sujeto, cualquier discurso sobra.
Lo espantoso de la muerte es la angustia en vida. El cancer que algún día me va a matar, los dientes que se pudren, la gente que sale a la calle a vivir impunemente y tiene el descaro de hacer ejercicio, de visitar gimnasios y salones donde los hacen hermosos. El cinismo de los vivos palidece ante el mutismo inquebrantable de la muerte.
No sabemos morir todavía . Y esa será nuestra ruina.
1. Tuck me in (España, 2014). Director: Ignacio Rodó
2. Lights out (Suecia, 2014). Director: David F. Sandberg
3. Off Season (Inglaterra, 2009). Director: Jonathan Van Tulleken
4. Mockingbird (Estados Unidos, 2010). Director: Marichelle Daywalt
5. The ten steps (Irlanda, 2004) Director: Brendan Muldowney
#creemosenelasombro
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