Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo. Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados. -¿Estás seguro?Asentí. -Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Casa tomada (Fragmento) – Julio Cortázar
En Kolmannskuppe (Namibia) se cruzan universos tan disímiles, tan alejados unos de otros, que sólo la imagen de su inaudita (o improbable) existencia podría dar lugar a alguna conexión posible.
En un primer momento haría falta detallar un poco la historia de esta ciudad arrebatada a los hombres por el desierto y el olvido para entender medianamente su exótica naturaleza.
Kolmannskuppe fue un asentamiento minero, activo durante el período de entreguerras. Una colonia alemana cuyos habitantes pretendían sentirse «como en su natal Baviera». No había nada en ella que delatara algún rastro de pobreza o abandono. Todo lo contrario, sus rubios colonizadores se habían encargado de decorarla con pulcritud y elegancia.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico…
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico…
Contaba, entre otras cosas, con servicios de rayos x (para evitar que alguno de los mineros robara los diamantes encontrados) e incluso salones de baile.
Sin embargo, yacimientos mucho mayores fueron encontrados en otras zonas cuando ya el «esplendor» de esta Baviera africana comenzó a decaer. Así, Kolmannskuppe fue devorada tranquilamente por la paciencia del tiempo hasta que Álvaro Sánchez Montañés, un ingeniero aeronáutico de origen español, que llegó a la fotografía casi por azar, nos regaló este hermoso testimonio que casi parece una puesta en escena de la «Casa tomada» de Cortázar.
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¿Ves ahora cómo este remoto paraje entregado al olvido parece hacer confluir sobre sí universos tan lejanos y disímiles?
La historia de Álvaro es igualmente interesante, sobre todo porque se trata de un profesional (ha ganado varios premios internacionales) que se hizo a pulso. Un autodidacta de su propia pasión.
Por su cuenta comenzó a estudiar, a leer todo cuanto pudo sobre fotografía. A entender que su oficio como ingeniero no podía nada contra su pasión como fotógrafo.
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#creemosenelasombro
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También puedes conocer más del trabajo fotográfico de Álvaro Sánchez-Montañés AQUÍ.
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