El papel del arquitecto será luchar por un mundo mejor, donde pueda hacer una arquitectura que sirva a todos y no sólo a un grupo de hombres privilegiados.
Oscar Niemeyer
Pensar el espacio nunca ha sido tan relevante como ahora. El hogar, el trabajo, la recreación y la espiritualidad; todos los rituales de la vida, todos nuestros movimientos cifrados en un contexto espacial. Amamos, vivimos, comemos y trabajamos en espacios; protegidos, resguardados de lo irremediablemente salvaje que puede resultar a veces la vida rutinaria y cotidiana del afuera.
Vivimos en contextos irremediablemente urbanos; metrópolis enormes, masas de concreto y autopistas tan grandes como los embotellamientos que generan. Mucho ruido y demasiada soledad como para no desear, así sea por un momento, hacerse a un lado y contemplar la vida en todo el esplendor de su simplicidad.
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La llamada “Arquitectura orgánica” no es una moda ligera; desde hace varias décadas algunos arquitectos y deseñadores han planteado su recelo frente a lo que parece ser un futuro inevitable derivado de la sobrepoblación y las grandes concentraciones urbanas. Las visiones distópicas del futuro retratadas en Metrópolis (Fritz Lang), 1984 (Michael Radford), Blade Runner (Ridley Scott), Dark City (Alex Proyas) o El quinto elemento (Luc Besson) simulan pesadillas arquitectónicas (aunque esto tiene también su propio encanto) donde el factor humano parece más una ruina, un despojo destinado a sobrevivir en madrigueras verticales.
Uno puede observar fácilmente cómo se manifiesta la oposición entre la línea recta (tan propicia a la burocracia, a la industria y a los grandes centros de comercio) en contraposición a la curva (utopía de un ideal estético más cercano al origen, a la simple y delicada belleza de lo natural).
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Los espacios que el arquitecto mexicano Javier Senosiaín crea están pensados para adaptarse al factor humano. Además, según su sitio web, los diseños tienen su origen en lo natural. Espacios semejantes al claustro materno, a los refugios animales, a todos los espacios acogedores, cóncavos y curvilíneos como los brazos maternos.
Al mirar de cerca sus diseños, uno se encuentra con espacios continuos, amplios, lugares que no desentonan con la topografía sino que funden con ella. En estas edificaciones todo parece fluir.
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#creemosenelasombro
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