Nutridos de ella (la matemática), creyeron que su principio fuera el de todas las cosas. Ya que los números por su naturaleza son los primeros que se presentan en ella, les pareció observar en los números semejanzas con los seres y con los fenómenos.
Aristóteles (al respecto de los Pitagóricos)
La religiosidad es una cuestión compleja y delicada. Lo que hay detrás implica, necesariamente, una fe. Una creencia -tal vez- en asuntos que escapan al simple y llano análisis de las evidencias y los hechos.
Pero no por eso se deja de creer… O tal vez por eso mismo muchos lo abandonan. O por lo menos, dudan de su existencia y su eficacia.
No se trata, finalmente, de establecer aquí un juicio que no nos corresponde. No somos precisamente un tribunal de la ciencia ni mucho menos un «martillo de brujas». La herejía o el escepticismo no ocupan, realmente, mucho tiempo dentro de nuestras agendas.
Nos interesa -mucho mejor- la historia del asombro por sí misma…
No nos preocupamos por el paso del «Mythos» al «Logos» como «evidencia irrenunciable de una evolución cognitiva», sino más bien, como el devenir de un asombro que ha traído consigo otros múltiples asombros…
El eterno retorno de la diferencia comprendida como una «Biblioteca de Babel» de proporciones astronómicas. Un «Jardín de los senderos que se bifurcan» donde el tiempo y los espacios se multiplican incontablemente y equivalen siempre, mortalmente, a uno…
De todos los ejemplos, y todas las anécdotas, tal vez la más hermosa corresponde a Pitágoras de Samos. El filósofo y el matemático. El hombre de ciencia y el esotérico…
Vale la pena recordar que existió, por ejemplo, la «Secta de los Pitagóricos», y que también formularon teorías tan asombrosas como «La música de las estrellas». Que guardaban celosamente sus secretos, y que de sus «matemáticas sagradas» se desprendía un ordenamiento casi divino del universo y sus formas.
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Si hay algo que hace hermosas a las matemáticas y a la geometría es, tal vez, nuestra obsesión casi infantil (nuestra, es decir, del equipo Bifrontal) por tratar de percibir en ellas una lengua secreta. Símbolos que nos hablan, como en sueños, de arcanos magníficos. De la inverosímil escala del universo y su correspondencia con proyecciones microscópicas que se repiten perfectamente a lo largo del cosmos.
Dentro de las llamadas «geometrías sagradas» existe la creencia de que el hexágono representa, como un símbolo perfecto, la armonía de los opuestos: “El hombre es un pequeño mundo (mikros cosmos), ya que, como el universo mismo, posee tanto mente como razón, tanto un cuerpo divino como un cuerpo mortal. Está dividido en concordancia con el universo»*
Así pues, el hexágono implica la contención y la armonía del caos. La sutileza del delicado equilibro del universo.
Así como la ciencia (Newton, por ejemplo, mantuvo durante varios años su faceta como investigador de la alquimia) el Diseño y la Arquitectura nunca han sido totalmente ajenos a la geometría sagrada; o mejor, a la simbología arquetípica que, de alguna manera, nos «habla» más allá de las simples formas y colores.
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Las formas, como símbolos, implican en cierto modo un llamado de vuelta a lo más primitivo que aún conservamos en nosotros. Las curvas, por ejemplo, nos recuerdan la delicadeza de lo femenino; mientras que, por contraste, las líneas rectas nos hablarán siempre de una imagen y una concepción del mundo fundamentalmente masculina.
Los colores, también en una especie de «lenguaje secreto», nos llaman desde su propio horizonte de sucesos para recordarnos que hay un algo más allá de lo que se ve a simple vista…
* Proclo: Comentario al «Timeo» de Platón
Así pues, no se trata aquí de una defensa o un juicio semiótico frente al peso, la historiografía o hasta el significado esotérico de ciertas formas (particularmente el hexágono, en este caso) sino más bien de un divertimento.
Para nosotros, el asombro es, ante todo, una manera de la seducción…
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Si te sientes llamado a investigar por tu propia cuenta (y riesgo) las formas y las referencias aquí descritas, eso implica ya un logro para nosotros.
Queremos solamente invitarte a mirar. Que dejes que tus ojos jueguen con la creación de estas formas magníficas e hipnóticas. Que te distraigas. Que te entregues, así sea por un momento, a esta breve alegría. O incluso, si quieres, que te sientas picado por la curiosidad y vayas a buscar la verdad en otros horizontes…
Todo esto no es más que un breve paseo por las fronteras del asombro… Cruzar o no, depende de quien lo vea, lo lea o lo disfrute.
#creemosenelasombro
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